Un día quedas para tomar café con tus dos mejores amigas, y
entre risas de nervios, planes de navidad y habladurías varias os mirais y da
la casualidad que estais pensando lo mismo; IRNOS DE LOCURA AL DÍA SIGUIENTE A
CÓRDOBA.
Mis amigas y yo somos muy de impulsos, nos dejamos llevar
sin tener que planear mucho lo que tenemos que hacer. Eso tiene su lado bueno,
pero también tiene su lado malo ¡ojo!
Allá que nos vamos las “tres patas de un banco” (como diría
mi madre) y nos lo pasamos como nunca. Lo cierto, es que cualquier lugar del
mundo tenga más o menos ocio, monumentos, tiendas o cosas para ver es igual de
bonito si vas con tus amigos de la infancia.
¡Sois motor para mi!
Córdoba nos recibió con un frío que no esperábamos. Así que
tuvimos que hacernos a la idea de que teníamos que ponernos capas como cebollas
porque no habíamos traído abrigo.
Comer allí es muy barato y esta todo rico. Sobretodo el
Salmorejo, los Flamenquines y las tostadas de los desayunos con jamon serrano,
que delicia.
Rebeca que vive allí, nos llevó al Mercado Victoria, un
espacio común con muchas variedades para comer y beber; desde Vinotecas hasta
especialidad de aceitunas, todo un parque de atracciones para el paladar.
En Córdoba me enamoré de todas sus puertas infinitas. De lo
judería toda en tonos Beige y marrones. De la mezquita. De la gente dibujando
por la calle. De los imanes que colgaban de todas las tiendas de Souvenir. Me
encantó el Alcázar de los Reyes Cristianos que lo vimos de noche. Y me encantó compartir esta escapada con ellas.
¿Habeis estado en
Córdoba?
Es una ciudad
preciosa.